Por qué «Siglo»…
La expresión latina Genius Seculi que significa «el espíritu del siglo» y que sirve de base para la palabra alemana Zeitgeist, el «espíritu del tiempo», designa el clima cultural, los valores sociales y morales, forma de vida, etc. de una época determinada.
Las palabras siglo y mundo en ciertas épocas se utilizaban en forma indistinta, y tiene su razón de ser: El ser humano, al menos todavía, vive hasta un siglo, con su espíritu que inevitablemente lo condiciona. El mundo para él siempre será su siglo: y para nosotros nunca será el de la Grecia antigua o de la Revolución Industrial: nuestro mundo es nuestro siglo.

Esta limitante nos condiciona y nos abruma. Nuestros predecesores valoraban los esfuerzos y luchas de sus antepasados… pero lamentablemente en este siglo XXI, el sentimiento generalizado es que la historia no tiene relevancia, en todo caso fue aburrida y no se necesita. Es el mundo en que lo que yo pienso es más importante que la verdad, donde muchos comentarios en redes sociales definen lo que está bien y está mal. Donde el hiper desarrollo de la tecnología basada en ciencias duras y algoritmos nos ha enfrentado a la paradoja que su revolucionaria Inteligencia Artificial tiene entre sus pilares conocer más de nuestros gustos y deseos y hacer todo lo necesario para darnos cada vez más de nuestra medicina: Tantos genios del siglo XX para terminar entreteniendo y atrofiando las mentes del siglo XXI…
Por qué «Borde»…
Nuestro siglo, por los vertiginosos avances tecnológicos, impone sus reglas, suaves pero firmes: no cuestionar tecnologías de uso masivo (aplicarlas por necesidad o peor, abrazarlas), aprender la comunicación con dispositivos, aplicaciones e interfases con mayor o menor facilidad, la economía de la eficiencia, el señuelo del mayor tiempo de ocio ganado para tirarlo por el inodoro del consumo adictivo a contenidos digitales.
Pero estar en un borde permite ver más allá, ver otros lados… pararse (o imaginar hacerlo) de otra manera. A este siglo no le gustan las desmesuras, los anacronismos, las ineficiencias y las ensoñaciones. Sólo lo azaroso lo acepta en su filosofía cuántica pero con sus probabilidades conocidas. El siglo quiere facilitar la solución de nuestros dilemas: aprendemos así a confiar en opiniones de usuarios, usar sistemas predictivos, asistentes, heurísticas y sugerencias. El borde en cambio empuja a lo problemático, azaroso y confrontativo, a lo inútil e ineficiente, a lo oscuro, penoso e irracional que se viene arrastrando lejanamente. Pero también a sus sueños y utopías en su esfera humana y divina.
Algunos dirán, y con razón, que los instrumentos para publicar estas opiniones están basados en tecnología del siglo, así que eso del borde no parece tan así… sin embargo como diría el inefable Rulo, partícipe activo del blog: «¿Ahora te hacés el sagaz, con todos los elefantes que se escapan delante tuyo?».